Una bandera que no representa: el bochorno de la Nations League


 Múnich, 8 de junio de 2025. La final de la UEFA Nations League, disputada entre España y Francia, fue testigo no solo de un vibrante espectáculo deportivo, sino también de una escena vergonzosa que empañó el evento: un grupo de aficionados españoles desplegó una bandera franquista con el águila de San Juan en las gradas del Allianz Arena.

En pleno siglo XXI, con un país democrático consolidado y una sociedad que apuesta por la memoria, la convivencia y los derechos humanos, la exhibición de este símbolo anacrónico y cargado de connotaciones autoritarias resulta insultante. No es solo una provocación política: es una falta de respeto hacia las víctimas del franquismo, hacia la historia reciente de España y hacia el espíritu del deporte.


Juan Carlos Rivero: la voz del sentido común

Durante la retransmisión televisiva del encuentro, el veterano comentarista Juan Carlos Rivero reaccionó con claridad y dignidad ante la imagen de la bandera en la grada:

“Esa bandera ya no vale, felizmente”.

No fueron necesarias grandes declaraciones ni discursos elaborados. Bastó una frase, espontánea y directa, para dejar claro que hay símbolos que no deben tener espacio en una celebración internacional, mucho menos en un evento que representa valores opuestos al autoritarismo.

El gesto de Rivero no solo fue una reacción ética y profesional, sino también una muestra de coraje. Desde su posición pública, supo marcar una línea clara entre la libertad de expresión y la apología de una dictadura.


El fútbol no es trinchera ideológica

Quienes llevan estos símbolos a los estadios no representan a la afición española. Usan el fútbol como plataforma para blanquear ideologías caducas y ofensivas. Lo hacen con la impunidad del anonimato entre la multitud, esperando quizás atención mediática o confrontación, pero lo único que logran es vergüenza ajena.

La bandera franquista no forma parte de la identidad nacional, ni deportiva ni cultural. Es un vestigio del pasado que no debe confundirse con patriotismo. Nada tiene que ver con animar a una selección ni con el orgullo de ver a un país disputar una final internacional.


La importancia de alzar la voz

Juan Carlos Rivero, con su breve comentario, hizo lo que cualquier comunicador con conciencia debe hacer: condenar sin titubeos. En un contexto donde demasiadas veces se opta por mirar hacia otro lado, su reacción fue refrescante, justa y, sobre todo, necesaria.

Y es que el silencio frente al revisionismo solo sirve para normalizarlo. No se trata de censura, sino de responsabilidad. El deporte debe ser un espacio donde la tolerancia, la diversidad y el respeto se celebren por encima de todo.


Conclusión

Mientras España luchaba por un título en el campo, algunos desde la grada intentaban manchar la imagen del país con símbolos que no tienen cabida en una sociedad libre. Por suerte, la reacción firme y sencilla de Juan Carlos Rivero recordó a todos que no estamos obligados a aceptar cualquier imagen como normal.

La historia no se reescribe en un estadio. Y el fútbol, que une naciones y culturas, no puede ser utilizado como refugio para ideologías que dividieron y oprimieron. Hay banderas que ya no valen. Felizmente.

Comentarios

Entradas populares de este blog

“Crisis con megáfonos: El pinchazo electoral del PP en Plaza de España”

La hipocresía de los fachas: prohibir fiestas musulmanas pero defender la tauromaquia