🚆 Talgo Avril: el fiasco heredado de 2015 que aún lastra a Renfe

En 2015, el Gobierno del Partido Popular tomó una decisión que, a día de hoy, sigue pasando factura a la red ferroviaria española: la compra de los trenes Talgo Avril. La oferta presentada por la empresa fue llamativamente baja, un precio que sonaba más a ganga electoral que a planificación estratégica. El problema: estos trenes no tenían experiencia previa en la red española de alta velocidad y su fiabilidad era, como mínimo, una incógnita.

Los hechos hablan por sí solos. Desde su incorporación, los Talgo Avril han protagonizado cientos de incidencias, afectando a miles de pasajeros y comprometiendo la imagen internacional de nuestra infraestructura ferroviaria. Averías, retrasos y cancelaciones se han convertido en una rutina indeseada.

No se trató de un accidente fortuito, sino de una decisión política de manual: priorizar el ahorro inmediato y el titular fácil sobre el análisis técnico y la sostenibilidad a largo plazo. Lo barato, como tantas veces, ha salido caro.

Ahora, con Óscar Puente al frente del Ministerio de Transportes, muchos intentan culpar al actual Ejecutivo de un problema que no generó. Sin embargo, la raíz del conflicto está en la herencia recibida: un contrato mal planteado, sin las garantías necesarias y fruto de la improvisación de 2015.

La derecha mediática prefiere obviar estos datos y culpar al presente para blanquear el pasado. Pero la realidad es tozuda: los Talgo Avril son un ejemplo de lo que ocurre cuando se gestiona lo público con criterios electoralistas y no con visión de país.

Si queremos un servicio ferroviario robusto, fiable y digno de los ciudadanos, hay que aprender de los errores. Y el primero es claro: las infraestructuras no son un terreno para el regate corto y la foto de campaña, sino para la inversión seria y planificada.

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